viernes, 5 de febrero de 2010 | | 0 comentarios

Así tituló la prensa el título 17





jueves, 4 de febrero de 2010 | | 0 comentarios

EL 7MO DE LA FINAL: El sueño se hizo realidad



Casi 1 semana me tomó escribir esta crónica. Es larga, quizás densa, pero completa. No quería perder ningún detalle porque sin duda este será un juego que pasará a la historia y dificilmente podremos olvidar quienes lo vimos.

Tenían ue nunca, entre un par de gigantescos signos de interrogacieos, en fin, casi cuatro meses de bla pndacidad el corazón acelerado. El reloj marcaba las 7:00 PM. del 29 de enero de 2010 y en Deportes Unión Radio empezaba la antesala del juego. Fue justo allí, en ese momento, al empezar a escuchar los comentarios de Humberto Acosta, Iván Medina y Francisco Blavia, cuando tomé verdadera conciencia de lo que se venía. El séptimo de la final. El decisivo. En el que se perdían los matices de grises y el mundo pasaba a ser blanco o negro. Victoria o derrota. Gloria o infierno. Título o nada. Casi cuatro meses de buenos y malos juegos, de sensacionales jugadas y de errores garrafales, de momentos emocionantes y otros no tanto, de chalequear y ser chalequado, en fin, casi cuatro meses de béisbol se verían reducidos a tres, dos y media, cuatro o sabría Dios cuántas horas de juego. El futuro inmediato se escribía, allí más que nunca, entre un par de gigantescos signos de interrogación.

Horas antes, haciendo gala de aquello que en España llamarían “horterismo”, en Perú “huachafería” y acá en Venezuela “pantallerismo”, Pablo Sandoval, Poh, Panda, Big Pablo, Pandoval o cómo gusten había aterrizado en mitad del José Bernardo Pérez en un helicóptero del CICPC, organismo que, de paso sea dicho, subsidiamos todos los venezolanos con nuestros impuestos y cuya labor, creo entender, no es darle colitas a peloteros con complejos de “showmen”, sino investigar crímenes y mantener a raya al hampa. La llegada del robusto pelotero generó un sinfín de comentarios, les dio ánimo a los magallaneros (“con Pablito estamos hechos”, decían) y, quiérase que no, nos aumentó la tensión a los caraquistas. Tenía dos semanas sin jugar, sí; venía de un viaje cansón, sí; pero de todos modos era el mismo Sandoval que la había roto en la liga. La parafernalia alrededor de él continuó con su presentación-aclamación en el estadio y medio en broma y medio en serio Francisco Blavia dijo que no le extrañaría verlo cantar el himno.

No fue así, el “Gloria al Bravo Pueblo” lo entonó Mayré Martínez y se acabó lo que se daba. Señoras y señores, con nosotros el séptimo de la final Caracas-Magallanes. Hube de respirar profundo, coger un poco de aire, cruzar los dedos, ver al cielo y sentarme. Puedo jurar que nunca antes había estado tan tenso en un juego…y de repente Gregor. “El Gran Blanco” -Mary Montes dixit- la botó del parque en su primer turno al bate. Increíble. Épico. Esperanzador. El primer batazo de la final fue un jonrón del Caracas. El León en La Castellana, que rayaba ya en el hacinamiento, se vino arriba en aplausos, cantos y gritos; mientras todos los nervios y tensiones que consumían el alma de quien esto escribe se fueron abajo. Ni en el más optimista de mis sueños me había imaginado ese juego 1-0 sin out en el primer ining. Pero estaba pasando. Lo estaba viviendo. Y me lo estaba gozando.

Maza y Kroeger fallaron con fly al cuadro y rolling, respectivamente. Bases limpias, 2 outs y el final del ining que se parecía acercar. Pero nada que ver. Con par de sencillos, uno al center y otro al right, Carlos “El Tanque” Maldonado y José Celestino le sirvieron la mesa a Sansón Padrón. El toletero melenudo dio un batazo cortito que picó delante del primera base magallanero y se desvió para la cueva de ellos, transformándose así en un mortal doble con el que anotó El Tanque y quedaron 2 hombres en posición anotadora. “El toque de suerte que ahora está del lado de los Leones”, dijo Fernando Arreaza. La excusa perfecta para pararnos a celebrar y gritar con emoción, dijimos los presentes en El León.

Jesús “El Chucho” Guzmán sacó un rolling por segunda que enmantequilló a Andrés Eloy Blanco de manera tal que a Raúl Padrón, el segundo más lento después de Maldonado, lo mandaron para la goma, adonde llegó safe debido a que el tiro de Reggie Corona fue de piconazo y el cátcher Chirinos no pudo retener la bola. De esa manera el béisbol, siempre inclemente a la hora de hacerse respetar, castigó con saña el atrevimiento de poner a jugar en el séptimo de la final a un campocorto que tenía un mes sin ver acción, y le dio la oportunidad a Jesús Guzmán, el pitado, vituperado e insultado Chucho, de callarle la boca a los bocones de gradas y tribunas.

René Reyes cerró el ining con un rolling por segunda, pero poco importó: cuatro carreras habían entrado. Cuatro. Quién lo diría. Primer ining de la final y ya había una ventaja tranquilizadora de cuatro carreras. ¿Qué clase de buen sueño era ese, ah?

El gringo Standrige se paró en la lomita con la importante responsabilidad de contener a la ofensiva turca y mantener la ventaja. Comenzó con buen pie cuando logró que el siempre peligroso e incómodo Bonifacio fallara con un fly al center. Out importante este tratándose de quien se trataba y tomando en cuenta lo que vendría después. Reggie Corona recibió boleto y la estrellita de Hollywood, en su primer turno, ligó un doble. Pero la suerte, que definitivamente le sonrió al Caracas esa noche, permitió que Corona fuera hecho out en tercera y que luego Ryan, el soldado, fallara con un rolling por segunda. Así salió el primer cero.

En el segundo ining la cosa se le complicó a nuestro gringo. Con par de hits, la primera y segunda se le llenaron sin outs. Al bate estaba Robinson Chirinos y la situación parecía comenzar a agravarse. Pero Petitt, el gran Gregorio Petitt, logró, con un rodado de Chirinos, sacar un dobleplay de antología. Se tiró, agarró la bola y en cuestión casi de micro-segundos se levantó, lanzó a segunda y luego Celestino a primera. Estupefacción total. Nadie sabe y nadie supo cómo lo hizo tan rápido. Pero lo cierto es que esa jugada sirvió para terminar de perdonarlo por los batazos que no dio en la campaña. Todas las culpas que hubiese podido tener las expió allí, porque esa fue LA JUGADA de la noche.

Con hombre en tercera y los 2 outs-Petitt en la pizarra, Yurendell De Caster empujó la primera del Magallanes con un sencillo. Luego Andrés Eloy dio un inatrapable y las dos primeras se llenaron. Había 2 outs, esa era la esperanza. Pero el incómodo Bonifacio, bestia negra del Caracas en la final, lo volvió a hacer: un fly, error de René Reyes y entró otra para el Magallanes. Par de hombres en posición anotadora y ayayay. En ese momento revivió en mí el temor al “extraño caso del tercer out que se le pierde al Caracas contra el Magallanes”, pero tirándole se ponchó Reggie Corona para alegría de los caraquistas y final del inning.

Un sabor agridulce había a esa hora. La gran ventaja de cuatro se había reducido a la mitad, Standridge no parecía estar tan dominante como en su otra apertura y juego era lo que quedaba por delante. Seguro no había nada. Pero cero a cero se fueron disipando y yendo todas y cada una de las dudas.

Standridge enderezó el brazo y lanzó hasta el 7mo ining sin permitir más carreras. Cada rolling, cada fly, cada ponche y cada out fueron sentidos por quien esto escribe y celebrados, unos más que otros, por la multitud de El León. Lo único inquietante era aumentar la ventaja, ya que demostrado está que difícilmente 2 carreras lo sean en beisbol y quizás por eso todavía quedaba alguito de nervios.

Julio Mañon se paró en la lomita en el séptimo y lo sacó por la vía del 1-2-3. Después de eso, casi con propiedad, puedo decir que me comencé a sentir campeón. En el octavo saldría Orber y en el noveno Juan Carlos Gutierrez. Con ellos las cosas no podían salir mal. Ambos se habían convertido en el candado que le trancaban el paso a las ofensivas contrarias en los últimos innings y, pensaba yo, en la final no podía ser diferente.

El octavo lo abrió Carlos “El Tanque” Maldonado con un cañonazo de hit que le permitió llegar a primera. Luego, el mejor amigo del Caracas durante todo el round-robin, Mr Wild Pitch, haría acto de presencia y con una tímida aparición de despedida ayudaría a que El Tanque llegara hasta la segunda. Una vez allí, y después de un ponche de José Celestino, el gran Jackson Melian ligaría un doble tan pero tan contundente que Maldonado anotó y puso el juego 5-2. Seguirían un infield hit del Chucho y el robo de la 2da, para que con 1 out alguno de los siguientes bateadores remolcara por lo menos a uno de sus compañeros, sin embargo Duarte y Petitt fallaron. A pesar de, ya lo que había era alegría. Ese título era casi nuestro. Lo sentíamos. Lo saboreábamos. Lo vivíamos. Seis outs apenas y la gloria sería nuestra nuevamente.

Como era de esperarse, San Orber sacó el octavo, a punta de flys esta vez: En su último turno de la final, Sandoval, la estrellita estrellada, falló con uno al cátcher –el más cantado y gozado de todos-; “El soldado” Ryan con uno al center y Andrus con uno al short. En el interín, entre Ryan y Andrus, Escobar recibió como premio de consolación un boleto en primera hasta la primera. Pero nada que ver y hacer: el Caracas estaba a 3 outs de ganar. Amazing. Incredible. La primera victoria en una final contra el Magallanes a ley de 3 outs.

Pero para más alegría y gozo, a los caraquistas el noveno nos tendría preparado un gratísimo regalo que empezó con par de sencillos de Gregor y Maza; continuó con un extraño toque de sacrificio de “La Pesadilla” Kroeger -que por porquito fue fly pero funcionó para ponerlos a ambos en posiciones anotadoras-; tuvo una pausa para cambiar al pitcher Wilkins Arias por Yoel Hernández; y terminó con un tanquetazo barrebases de Maldonado que trajo dos más para la goma. Y ahí sí, con el juego 7-2, una diferencia de 5 carreras, 3 outs y Juan Carlos Gutiérrez en el horizonte ya no había pa´donde agarrar: el título tenía nombre.

Más que expectativa lo que había para ese entonces era impaciencia, y ésta se acrecentó con un corte eléctrico que por lo bajito podría calificarse como sospechoso, ya que al igual que en el día anterior la luz se fue justo cuando iba a iniciarse la parte baja del 9no. Vergonzoso desde donde se le quisiera ver que el estadio –por intención o ineficiencia- se quedara sin luz en una final. Metáfora y signo inequívoco de la decadencia de los tiempos actuales. Así que la larga espera se prolongó más de lo debido, pero con o sin luz, con o sin saboteo, la realidad era una sola: el Caracas sería el campeón.

Cuando por fin los reflectores volvieron a iluminar el estadio, que no al Magallanes, todos nos pusimos de pie para esperar, cantar y festejar los últimos 3 outs que nos separaban del título. Una historia inédita estaba a punto de escribirse en ese momento. Un evento único, algo nunca antes visto, un hecho que marcaría un antes y un después. El fin del largo e incómodo yugo magallanero en la instancia decisiva se estaba acercando. La tiranía finalista estaba a punto de caer. Al chalequeo irrebatible de que en las finales no veíamos luz contra ellos le quedaban 3 outs de vida.

Chirinos, De Caster y Blanco eran los que Dios mediante tendrían que cerrar la puerta y apagar la luz magallanera. Juan Carlos Gutierrez, "Bola 8" para Beto Perdomo, se montó en la lomita. Era el mismo Juan Carlos que en un gesto heroico y plausible pidió la bola para el séptimo juego de la final pasada, de la que no salió bien librado. El beisbol le daba la oportunidad de reivindicarse y resarcirse, un año después, en la misma instancia, solo que como cerrador.

Con 2 strikes en la cuenta, Chirinos abanicó una curva y trajo así el primer out. Apoteosis total. Luego De Caster, en cuenta de 0-2, sacó un rollingcito al short, que tomó Petitt y se lo lanzó al Chucho para el segundo out del ining. Éxtasis. Ya no había duda, ese título iba a ser nuestro. El reloj del tiempo beisbolero era claro: sólo quedaba un out de juego y sólo una debacle monumental o un descalabro apocalíptico podría impedir el sabido final. En el plato se paró Andrés Eloy Blanco. El primer lanzamiento, bola; el segundo, strike. La celebración había comenzado en el dogout. Los jugadores del Caracas estaban todos de pie, saltando, esperando. Al tercer lanzamiento, Blanco sacó un rolling por segunda, fácilmente lo tomó López, se lo lanzó al Chucho y señores: El sueño se hizo realidad, Caracas campeón.

Se desató la gran locura. Mientras en el terreno de juego los jugadores corrieron al medio del campo, saltaron, se abrazaron, hicieron un circulo y festejaron; en El Leon la gente comenzó a vaciar las botellas de cerveza y lanzar el dorado líquido al aire. Risas, gritos, saltos, música. Fue un momento único en el que los problemas, las tristezas, los sinsabores de la vida, del día a día, dejaron de existir. Por un rato todo fue perfecto. En esos segundos, el mundo se redujo a Leones del Caracas, Leones del Caracas y Leones del Caracas. Nada importaba más. Nada traía más felicidad. Fue el momentazo.

Porque nos sacamos la espinita magallanera, porque remontamos un 0-2, porque ganamos un juego de manera heroica, porque teníamos la historia y las estadísticas en contra, porque nos dieron por muertos, en fin, por todo lo que representó, esta final terminó siendo un sueño en vida. ¡Qué honor y qué privilegio haberla vivido, sufrido y gozado! Inolvidable y pa´la historia.

lunes, 1 de febrero de 2010 | | 0 comentarios

Así narraron el final de la final Reyes Medina, Beto Perdomo y Alvis Cedeño

Acá les traigo un compendio de cómo se narró el último out de la final en Deportes Unión Radio, Meridiano Televisión y Venevisión -iug-, en las voces de Reyes Medina, Beto Perdomo y Alvis Cedeño, respectivamente. Faltó la de RCR con Carlitos Feo, pero no creo que ningún magallanero quisiera subir esa grabación.

La idea de ponerlos a los tres juntos en un mismo audio me pareció interesante, ya que si bien todas se pueden encontrar fácilmente y por separado en YouTube, el tenerlas seguidas permite comparar los estilos de cada narrador. Así se puede escuchar a un Reyes Medina con su cantadito habitual, a un Beto Perdomo que si bien no es de alzar mucho la voz tuvo sus buenas palabras y a un Alvis Cedeño de voz impresionante, que se ve ayudado con la fanfarria de Venevisión.

Quiérase que sí o quiérase que no, estas son las voces del béisbol de nuestra época. Las que en un futuro recordaremos, y las que llevaron a toda Venezuela la descripción del décimo séptimo título de los GLORIOSOS LEONES DEL CARACAS.


domingo, 31 de enero de 2010 | | 0 comentarios

Narración del 9no ining por Reyes Medina

Acá vamos poco a poco y a lo largo de estos días iremos llenando este espacio con videos, crónicas, fotos y todo lo relativo al 17vo título de los GLORIOSOS LEONES DEL CARACAS. En primer lugar, como no podía ser de otra manera, la narración del 9no ining a través del circuito oficial del Caracas, Deportes Unión Radio, en la voz de Reyes Medina. Que lo disfruten, y guárdenlo que va pa´la historia. 


sábado, 30 de enero de 2010 | | 0 comentarios

¡LEONES CAMPEONES!

Vamos con calma porque lo del viernes fue muy grande, la celebración estuvo enorme, y se necesita de mucho tiempo para dirigir y procesar tan histórico y magnánimo evento con la calidad que siempre he pretendido conservar en la libreta. Va a haber una crónica, va a haber un vídeo, va a haber fotos, portadas y de todo. Pero todo a su debido tiempo, o con su debido tiempo. Calma pueblo que lo que viene es bueno, y mientras tanto celebra que el Caracas es CAMPEON

viernes, 29 de enero de 2010 | | 0 comentarios

Llegó el día

Ayer se los dije, señores. Que tuvieran fe porque esto no iba a terminar allí. Y no terminó. El Caracas, combinando el buen brazo del Gustavo Chacín de barajita que todos conocemos y una ofensiva que por fin despierta, forzó el séptimo juego y hoy, por fin, se decide todo.  Es el día D, en el que no hay mañana, en el que sólo dos cosas podrán pasar y sanseacabó. Tensión, emoción, nervios, angustia y ansiedad. Electricidad en el ambiente. Y confianza, mucha confianza. Allá aquellos con su gordo, su abuso de poder –usaron un helicóptero del CICPC para trasladarlo- y su showcito barato. Acá nosotros con nuestro equipo, nuestros jugadores de siempre y nuestra garra de león. Mucha fe, y por Baudilio y el 17 del Chico  ¡a que nos titulamos, vamos!

jueves, 28 de enero de 2010 | | 0 comentarios

Un juegazo para no olvidar nunca

Independientemente del resultado de la final, he de decir que sólo por un juego como el del lunes valió la pena estar en ella. Partidos de béisbol emocionantes, muchos; como ese, pocos. En vista de que mi memoria beisbolera es corta y de reciente data, puedo decir con propiedad que ese juego está –y por mucho tiempo, creo, estará- en los primeros lugares de mi top-ten particular, y que en el álbum de mi cabeza –Aterciopelados, dixit- quedará escrito con tinta indeleble.

Ya en esta temporada los Yankees, mi equipo de las mayores, hicieron lo mismo ante los Mellizos de Minnesota. Alex Rodríguez sacó una A-BOMB en el 9no ining para empatar el juego y luego Mark Teixeira le puso fin en el 11vo. En aquella oportunidad recuerdo haberme emocionado bastante. Pero qué va. No se compara ni de lejos a lo que sentí esta vez, en la que, confieso, hasta alguna lágrima de emoción salió por allí…y miren que para que yo llore hay que echarle.

Es que lo de antier noche fue una cosa épica, de héroes. Casi una lección de vida, de hidalguía. Un llamado a no rendirse y a no darse por vencido nunca. A que la esperanza siempre existe. Y que el juego, bien dijo alguien por allí, no se termina hasta que se acaba o no se acaba hasta que se termina.

Los Leones llegaron a estar abajo hasta por cinco carreras en el 5to ining. Pero poco a poco fueron remontando. En el 9no ining, perdiendo ya sólo por 1, los Navegantes trajeron al Kid. A uno de los mejores cerradores de las mayores, el del record de más salvados. Y con los dos primeros bateadores hizo bien su trabajo. Gregor Blanco se paró en el plato con 2 outs y las bases limpias. No éramos pocos los que empezábamos a ver a los lados para buscar al mesonero y pedir la cuenta. Es que todo lucía tan difícil. Y no era por falta de fe, era por tratar de ser realista. Porque de que se podía, se podía. Pero tanto ligar hits que contra el Magallanes se convertían en rollings o flys había hecho que en ese instante escucháramos a la razón y no al corazón. Hasta que llegó Gregor y nos dio la lección.

Cuando aquella bola salió del parque el éxtasis fue total. El Universitario, según se vio en las imágenes de la televisión, se vino abajo. El León en La Castellana también. Los caraquistas volvimos a ser felicidad colectiva, gozo masivo en estado puro, una burbuja de júbilo. Lo que creíamos imposible había pasado de nuevo. El sueño, la ficción, la película se había hecho realidad. Gregor Blanco había tenido un turno soñado y con un swing nos dijo, a lo Rubén Blades: “Tengan fe, que esto no se acaba aquí”. Y no se acabó, se prolongó. La cara del Kid fue un poema, y el silencio de los magallaneros estridentes.

La pelea que se formó después trajo como consecuencia la salida de Guzmán y el remplazo de él por Melian. Juan Carlos Gutierrez salió en el décimo a aplicar el cerrojo –el gran Orber Moreno ya lo había hecho en el 9no- y aunque Reggie Corona le conectó un doble luego de que retirara al incómodo Bonifacio, logró, ponchando a Molina y haciendo fallar con un fly a Landaeta, sacar el cero. Hubo un poco de tensión con ese doble, el consumo de nicotina alcanzó su máximo nivel entre los parciales del Caracas, pero en Juan Carlos había confianza y como siempre fue bien retribuida.

"El décimo es el ining", fue lo que pensamos. “Ese juego hay que ganarlo aquí”, se escuchó por allí. Para despedirse con un grato recuerdo, José “El Hacha” Castillo lo abrió con un hit. Cambiaron de pitcher y le trajeron un zurdo a “La Pesadilla” Kroeger. Para algunos, el toque estaba más que anunciado, para otros era un horror que el cuarto bate anduviera en esas. Vieja y nueva escuela se debatían en un turno de los cruciales, y al final ganó la nueva porque el toque de Kroeger fue una “pesadilla”: casi conectó un fly al pitcher, Castillo previendo esto no salió sino hasta ver que la bola caía, pero fue demasiado tarde y en jugada de selección lo retiraron en 2da. La cosa quedó igual, pero con un out. Para resarcirse, Kroeger se robó la 2da. En búsqueda del dobleplay salvador, los magallaneros le dieron boleto intencional a José Celestino, y todo quedó en el bate de Melian.

Jackson Melian, el toletero cuyo nombre le hace honor al apellido de Mr. Octubre, volvía a estar en un turno clave. Cuenta la leyenda que él dijo en el dogout que la iba a sacar para ponerle fin al juego, y cuando Melían dice que la saca, la saca. No es fanfarronería, ni echonería, sólo pasa porque tiene que pasar. Con disposición y actitud de campeón emergió de la cueva. Yoel Hernández lo puso contra la pared en cuenta de 1-2. Él, con la confianza del que sabe que ha nacido para grandes cosas y la casi cínica tranquilidad de aquellos que están a punto de hacer historia, simplemente se paró, masticó el chicle, se estiró un poco, agarró firmemente el bate, lo colocó sobre el hombro derecho y esperó el envío. Una slider fue lo que le mandaron. Y una slider fue lo que envió a las gradas de la izquierda.

El left field magallanero corrió, pero hacia el dogout. El batazo era jonrón desde el mismo momento en que salió. La cueva del Caracas se vació y los peloteros se reunieron en el home a esperar al héroe. Jackson le daba la vuelta al cuadro con el brazo derecho levantado, la satisfacción del deber cumplido y la ensordecedora aclamación de las almas que copaban tribunas y gradas. Se le había pedido una línea bien conectada, pero grande al fin lo que dio fue un bambinazo.

Ya cuando la bola iba a mitad de camino, la noche caraqueña perdió el silencio habitual de los martes y la luna fue testigo de una celebración de las que desde hace tiempo no se veían. A los fanáticos caraquistas se nos salió el narrador que todos llevamos por dentro y entre “oooolvidenlo”, “díganle que no a esa pelota”, “pura candela, señores”, “esa no regresa más”, las gargantas se unieron para cantar ese épico jonrón. Después vinieron los saltos, los aplausos y los abrazos, sazonados con los “sí se puede, no joda”, “grande este equipo, carajo” y demás expresiones, para terminar a viva voz con el emblemático y clásico “Leo, leo, leo, leo, leooo, leoooo”, mientras en El Universitario sonaba el “se hunde el barco mi querido capitán” de Porfi Jiménez.

Pedro Ricardo Maio y Jesús Marín se dieron hasta con el tobo por entrevistar a Melian y a la final el uno salió en la pantalla del otro. Jackson dio gracias a su gente, a la Virgen del Valle -¡alabada sea!- y sentenció con claridad: Vamos a quedar campeones.  Francisco Blavia bajó al terreno a recoger impresiones, y entre esas estuvo la de un emocionadísimo José Castillo que no pudo contener la emoción, y con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada se despidió de la afición caraquista diciendo que todo eso era muy duro pero él tenía una familia que mantener. ¡Lo dicho, fue una noche de emociones!

Se llegó a pensar que después de semejante noche, lo que venía era un subidón anímico que elevaría la confianza del Caracas y pondría al Magallanes en 3 y 2. Líder incluso tituló que el Caracas mostraba pasta de Campeón. Sin embargo, y contra todo pronóstico, a la noche siguiente, amparados principalmente en el brazo protector de Raúl Valdés, los magallaneros nos blanquearon y nos dieron otra ración de arepas.

El ego se les insufló como nunca y comenzaron a mandar cualquier cantidad de cadenas, mensajitos y fotos relativas a la Harina Pan y el fogón. Blanquear al adversario, sí, tiene mérito, pero vaya que es aburrido. A menos que sea un no hit, no run, poco se disfruta un blanqueo. Solo sirve para la joda y nada más. Caso diferente el de empatar un juego con un jonrón en el 9no y 2 outs, y luego sentenciarlo con otro estacazo en el décimo. Eso sí es emoción, adrenalina y disfrute puro. Y de eso no saben ellos. Pobrecitos.

En fin, señores, al terminar de escribir esta crónica quedan si acaso unas 3 horas para el inicio del juego decisivo para Leones. El Caracas no tiene mañana en Valencia. Pierde hoy y pierde el título. Ganar y ganar es la fórmula. ¿Podrán? Ya demostraron que pueden ganar dos juegos seguidos, así que hay que dejarlo todo en el terreno -sí, sí, qué cursi- y sacar la garra. Hay equipo, señores, así que cual Gregor y a lo Rubén Blades vuelvo a insistir: Compañeros caraquistas "tengan fe, que esto no termina aquí". Que así sea. 

 

LA NARRACIÓN

¿Qué puedo decir acá que ya no haya dicho acerca de Fernando  Arreaza y sus narraciones? El mejor, el más apasionado, el que le pone emoción al juego y lo hace a uno vibrar con el radio en la oreja. Ganas de escucharlo nunca faltan y el destino, el caprichoso destino, quiso que él estuviera efrente al micrófono cuando ese par de jonrones. Quien no se emociona al oír estas narraciones es porque no es caraquista. De colección y pa´la fonoteca. 


EL VÍDEO